Don Francisco Contrera Padilla, con 73 años, realiza el "Animal Trail" y "La Bella" en un fin de semana
Don Francisco Contrera Padilla, malagueño y nacido en 1938, fue el gran protagonista de la II Animal Trail que se celebró el pasado fin de semana en la localidad malagueña de El Burgo.
“SuperPaco”, como ya le llaman los aficionados, completo el sábado los 55km del Animal Trail, tras 9h y 34 minutos. Pero parece ser que se quedó con ganas, y el domingo entraba de nuevo en acción, completando los 25km de La Bella, en 3h 40’, y así 80 kms. y 3400+ en un fin de semana, algo realmente admirable para una persona de su edad.
Nuestro amigo, Miguel López Munuera, le ha dedicado este simpático y motivante artículo que esperamos os guste:
De Messis y Cristianos:
El pasado Domingo de Ramos, iniciando mi Semana Santa particular, conocí a un crack y, seguro, a una víctima del consumo y la publicidad que a todos nos envuelve.
Estaba exhausto, también satisfecho y por zonas dolorido, pero sin duda ilusionado tras terminar una de tantas carreras de montaña que hay por nuestros preciosos, y desconocidos por muchos, parajes naturales. Iba muy bien preparado, un plan de entrenamiento de 40 semanas seguido con precisión suiza, muchas horas de esfuerzo solitario en el gimnasio, las mejores zapatillas de trail running con Gore-Tex por si la meteorología cambiaba y se equivocaba la previsión, con la naturaleza no se juega claro está, gafas de sol con filtros homologados, gorra ultra ligera y ropa transpirable dry fit, reloj GPS con el track de la prueba y cargados mapas de la zona, medias de compresión que, sin duda, mejoran la circulación y evitan que tenga sobrecargas en mi potente tren inferior, ampollas de glucosa para evitar desvanecimientos, una cada 10 km no más, nunca se deben olvidar las sales minerales, imprescindible, en fin, todo perfectamente planificado, o eso creo, según los cánones y consejos establecidos por los expertos en la materia para correr una mañana por el monte o, tal vez, irte seis meses a la guerra.
Tras pasar por meta y ver mi tiempo en el vídeo- marcador, comencé con mi ritual de siempre, hidratación al máximo, estiramientos suaves y bien definidos, 30 segundos cada pierna, me bajé, ¡qué alivio! las calcetas de compresión, revisé el track en el GPS, 25 km con 1100 metros de desnivel positivo... uff ¡qué paliza!, comparé los tramos y tiempos por vuelta, desmenucé mi gráfico con las pulsaciones, entregué el chip... todo correcto. Un reto más completado, dijo una vocecilla en mi interior...
De repente, mi rutina cambió, algo no estaba en el guión preestablecido, empecé a escuchar un leve murmullo que iba poco a poco in crescendo entre los espectadores. Al principio no le di importancia y seguí con mi hoja de ruta, ahora me tocaba masaje en las piernas con un gel relajante y vasodilatador, hasta que el speaker de la prueba exclamó: ‘¡Paco está a punto de llegar a meta!’. No lo entendía, yo había completado el exigente recorrido casi 20 minutos antes y no había levantado ninguna expectación, ni tan siquiera habían mencionado rápidamente mi nombre entre la indiferencia del respetable, nadie se había acercado a preguntarme ¿estás bien? ¿te ha gustado el recorrido?.
Los asistentes seguían haciendo corrillos y murmuraban sin cesar... ¿Qué pasa? Seguía sin entender nada. Me acerqué a una chica de la organización y le pregunté ‘¿Quién es Paco?’ Me dijo: ‘el abuelo... también corre su hijo y nieta aunque van un poco más atrás... tres generaciones en la misma prueba’. Giré mi cabeza, tras quitarme el Camelbak de 2 litros de capacidad y 120 euros de coste, hay que reponer líquidos antes, durante y tras la carrera, y divisé la sombra, que se desplazaba cual galgo hambriento tras liebre, de un hombre de apariencia endeble, con la cara curtida por el sol y arrugas labradas por los años, guantes de camionero y mirada entrañable... no podía ser. Me vino a la memoria un flash de la salida, tres horas y cuarenta minutos antes, la imagen de un hombre mayor corriendo por mi siniestra. En ese instante pensé que era el típico gracioso del pueblo que hacía un sprint de 80 metros con nosotros, los profesionales, y se iba casi moribundo al bar de turno a recuperar el pulso y el resuello entre risas y finos manzanilla con sus paisanos. Insisto, no me lo podía creer, y, para más inri, ¡el dorsal qué lucía sobre su camisa de botones era negro!
¡Ese hombrecillo había corrido además 55 km el día anterior! Que no, que no, algo falla... ¡y más sin suelas EVA en las zapatillas! ¡Qué será de sus rodillas sin tan grata e indispensable amortiguación!
Lo que daría por ver la cara de su cardiólogo cuando, tras la cita y espera en la Seguridad Social pertinente, le aconsejara de buena fe eso de ‘Usted debería salir a andar un ratico todos los días, sin prisas, siempre acompañado por algún familiar, ya que es muy recomendable para su salud’. La respuesta de Paco supongo que sería, ‘¿80 km piensa usted que estaría bien?’
Yo no soy de fotos, ni de ídolos, pero me acerqué para hacerme una instantánea con él, me lo pedía el cuerpo tanto o más que el gel de frutas hipercalórico y concentrado con cafeína y taurina que me tocaba ingerir para recuperar mi cansada musculatura tras el esfuerzo cometido. No creo que Paco venda las mismas camisetas que Messi, ni tenga las novias de Cristiano, ni millones de seguidores en el Twitter o en el Facebook, ni, seguro, su cuenta bancaria, pero sus ganas de vivir, para mí, constituyen un ejemplo para todos, sobre todo en estos días donde tenemos que agarrarnos a un clavo ardiendo.
Gracias, Paco, por esa lección de humildad que nos has dado.
Los Fórregan
1 comentario:
Impresionante! yo quiero ser así de mayor!
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